jueves, 1 de diciembre de 2011

TESTIMONIO Y SEMBLANZA DEL LABORALISTA INTERNACIONAL OSCAR ERMIDA URIARTE, COMO PARTE DE UN HOMENAJE PERMANENTE.

Con motivo de la realización del II Encuentro Chileno Peruano, organizado por la Sociedad Chilena del Trabajo con su homónima, la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, realizado los días 17 y 18 de Noviembre de 2011 en la sede de la OIT, en Santiago de Chile, tuvimos ocasión de conocer al colega Ricardo Herrera Vásquez, con quien pudimos conversar distendidamente en un almuerzo de camaradería realizado al término de las jornadas.

Ricardo es Magister en Derecho Constitucional por la Pontificia Universidad Católica del Perú, Profesor en la Facultad de derecho y la Maestría en Derecho de la Empresa de la misma Universidad y de la Maestría de Derecho del Trabajo en la Universidad San Martín de Porres y la Academia de la Magistratura. Esto, además de otras importantes distinciones.

Sin embargo, al decir del propio colega, su opción por el Derecho del Trabajo la definió el profesor de esa asignatura, don Oscar Ermida Uriarte, su maestro durante el pregrado cursado en la Universidad Católica del Perú, el mismo insigne abogado uruguayo que había sido nuestro profesor en la primera generación de Magister de Derecho del Trabajo desarrollado en Santiago de Chile por la Universidad Adolfo Ibáñez, cuya graduación tendrá lugar el día de mañana.

Reveladora coincidencia, que tiene que ver con su trayectoria académica internacional y su pasión por el Derecho Laboral y, por lo mismo, los principios basados en una sensibilidad social que le sirven de sustrato.

Don Óscar falleció sorpresivamente el pasado 7 de de junio en la ciudad de Montevideo, conmocionando al mundo académico y, en especial, a los laboralistas del mundo, como comprueba una simple mirada en Google, y a nuestro curso de Magister de Derecho Laboral, "comandado" por su Director, el destacado laboralista chileno, Sergio Gamonal Contreras.

Considerando la cercanía de la fecha de nuestra graduación y que el curso acordó autodenominarse "Oscar Ermida Uriarte", en homenaje al insigne académico, no pudimos menos que pedir su testimonio humano, desde la perspectiva del alumno de pregrado peruano que tuvo el privilegio de tenerlo como Maestro, a lo que Ricardo accedió gustoso, agradeciendo la oportunidad de rendirle un homenaje sencillo, por la vía de compartir su experiencia en la dimensión que le tocó conocer.

Ricardo cumplió y, llegando a Lima, nos remitió su semblanza o testimonio junto con desearnos el mejor éxito en la graduación que tendrá lugar el día de mañana, con la presencia de familiares de los egresados e ilustres invitados, comenzando por Martín Ermida Fernández, hijo del Profesor Oscar Ermida Uriarte, abogado, Académico de la Universidad de La República de Uruguay, quien asiste especialmente invitado al homenaje que se rendirá a su padre en ésta trascendente, para nosotros, ceremonia.

A Martín, su familia y a colegas y académicos uruguayos dedicamos esta columna.

Gracias Ricardo por tu testimonio, que publicamos ahora:

“Don Oscar fue mi profesor de Derecho Colectivo del Trabajo en el primer semestre de 1988, en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Por entonces, se desempeñaba en Lima como Director para América Latina y el Caribe de la OIT, nada menos.

Iniciaba sus clases con la entrega de una hoja impresa con la agenda a desarrollar, que seguía escrupulosamente y nos facilitaba la toma de apuntes. Recorría el aula, hablando pausadamente, en un lenguaje sencillo y directo. Era imposible no entenderlo. La libertad sindical, la negociación colectiva y la huelga fluían conceptualmente de manera sistemática con referencias doctrinales, jurisprudenciales y, siempre, la posición de la OIT.

Don Oscar siempre estaba dispuesto a responder las preguntas de una clase que se sentía estimulada a participar activamente e interrumpir su método magistral. Su sencillez era proverbial, inusual en un hombre de su altura académica, pero explicable precisamente por ésta. Se notaba que le gustaba enseñar, era todo un maestro.

Ese curso definió mi vocación por el Derecho Laboral, rama en la que ahora ejerzo la profesión. Y no sólo yo pues, sin proponérselo, don Oscar alimentó varias vocaciones de actuales profesores de la Católica que tuvimos el privilegio de ser sus alumnos.

Además, fue un permanente promotor del acercamiento de la entonces incipiente “escuela peruana” al laboralismo uruguayo, encabezada por los célebres Plá y Barbagelata. Cuando ambos venían por Lima, nos quedaba claro que don Oscar era el discípulo predilecto y más talentoso, lo cual engrandecía su prestigio y nos confirmaba la suerte de haberlo tenido entre nosotros.

Siendo su alumno, tuve la ocasión de visitarlo varias veces en la OIT, donde generosamente nos permitía acceder libremente a la Biblioteca.

Hincha acérrimo del Nacional de Montevideo, demostraba también su versación en temas de fútbol. Por entonces, Uruguay era campeón de América, luego de una aceptable participación en el Mundial de México 86.

Don Oscar me hablaba con pasión de generaciones de futbolistas charrúas, los comparaba entre sí y vaticinaba futuros escenarios. ¡Cómo hubiera disfrutado ver campeón otra vez a su selección en la última Copa América! ¡Y en Argentina todavía!

Termino con una anécdota que tuve con don Oscar. El día de mi examen de grado de abogado, 8 de mayo de 1992, don Oscar, integrante de mi jurado calificador, me llamó a casa. Me dijo que mi tesis estaba muy buena y qué quería que me pregunte, en principio quebrantando la distancia y reserva que debe tener un jurado con el graduando.

Me sorprendió con su pedido y le dije que lo que considerase pertinente. No pude contenerme y le pregunté por qué me hacía esa pregunta. Me dijo que toda buena tesis implica que el graduando sabe más del tema que los jurados y, que la mejor forma de explotar la reflexión académica en la sustentación es hacer preguntas sobre los aspectos más relevantes y ricos conceptualmente, aspectos que a veces los jurados no advierten, perdiéndose entonces la oportunidad de desarrollarlos en la sustentación. 

Que un laboralista de la talla académica de don Oscar, junto con Javier Neves los mejores profesores que he tenido, sea tan humilde de bajar al nivel de un graduando y consultarle qué temas consideraba relevante desarrollar en aras de optimizar una sustentación como espacio de reflexión jurídica, me estremeció. Me quitó los nervios naturales de ese día, tan importante en nuestras vidas como abogados, y me dio inusitados bríos para asumir el reto de estar a la altura de tremendos profesores esa noche.

Luego de la sustentación, en la recepción que hice en casa de mis padres, seguimos hablando del Nacional y la selección uruguaya...”.

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